El alquiler vacacional es una pieza más del engranaje del motor de la economía, sobre todo en aquellas regiones con un fuerte peso del turismo. El avance en el proceso de vacunación, unido a las noticias positivas acerca de la llegada de turistas a nuestro país, invita al optimismo de cara a la temporada de verano y muestra cómo el sector comienza a ver la luz al final del túnel.
Una luz, entre aún muchas sombras, premonitoria del tirón que tendrá el turismo para acelerar la salida de la crisis.
El propio director ejecutivo de la Organización Mundial del Turismo (OMT), Manuel Butler, ha indicado que el actual es un momento “crucial” para asentar las bases de la recuperación del turismo mundial y que las decisiones que se tomen ahora marcarán el funcionamiento del sector en las próximas décadas. Unas declaraciones más que pertinentes para España y, concretamente, para Madrid: donde el Ayuntamiento ultima una nueva normativa para las viviendas de uso turístico.
Estas viviendas se erigen como una alternativa para la reactivación económica, puesto que son dinamizadoras de los barrios y ciudades, sobre todo en aquellos sectores más damnificados por la pandemia como el comercio o la hostelería. Y es que este tipo de alojamiento no se circunscribe a un todo incluido, sino que va más allá. El alquiler de estas viviendas solo supone el 24% del gasto y seis de cada diez euros se distribuye entre tiendas y supermercados próximos a la vivienda, según el VI Barómetro del Alquiler Vacacional realizado por la Universidad de Salamanca. De ahí que resulten impulsoras de la economía, incluso de las regiones limítrofes, y cuenten con el beneplácito de los comerciantes y los hosteleros.
Pero si queremos reactivar el turismo para acelerar la recuperación, tampoco podemos pasar por alto la necesidad de garantizar la convivencia entre turistas y vecinos. Y para conciliar los intereses económicos con el bienestar de los ciudadanos es fundamental reforzar el diálogo y ampliar el consenso para, entre todos, contribuir a incrementar la competitividad de nuestro país frente a otros destinos que, por unas causas u otras, nos han comido terreno. De ahí que el equilibrio y el fair play con las Administraciones y con otros agentes del sector sea vital para una oferta de alquiler vacacional sostenible y de calidad, en línea con el Plan Estratégico de Turismo 2020-2023.
La hoja de ruta diseñada por el consistorio madrileño pretende atraer turismo de calidad y posicionar a Madrid entre los mejores destinos urbanos de todo el mundo. Ahora es el momento de aunar fuerzas y remar en la misma dirección. El objetivo es atraer turistas que vean la capital como un destino idílico en el que alargar su estancia e incrementar su gasto, lo que permitiría poner otra marcha más en la recuperación y replantear el turismo del mañana con las enseñanzas que nos ha dejado la crisis provocada por el Covid-19.
En definitiva, es cuestión de tender puentes y estrechar los lazos para acabar con las malas prácticas que, aún siendo minoritarias, hacen deslucir la buena imagen del sector. Por ello, abogamos por una regulación más exigente para devolver la seguridad jurídica al sector frente al último plan de hospedaje aprobado por el anterior Gobierno municipal, así como por asentar unas bases sobre las que mejorar el modelo productivo.
En este sentido, entre las medidas que hemos propuesto al Ayuntamiento de Madrid destaca el acotamiento del número de nuevas viviendas turísticas hasta el 40% de las que alberga un edificio o el censo de viviendas turísticas, con un sistema de plazas limitado –de acuerdo a criterios objetivos– pero dinámico. Consideramos que es necesario acotar el número de viviendas para controlar la oferta y trasladarla a otros barrios en el marco de una consolidación de la demanda del turismo, manteniendo el equilibrio entre todos los tipos de oferta tanto de alquiler como residencial. Y es que, a fin de cuentas, no es una cuestión de cantidad sino de calidad.
Otra medida de gran relevancia es el depósito de garantía proporcional al número de huéspedes. Facilitar la convivencia entre todos es, y debe seguir siendo, el eje prioritario para acabar con las malas praxis en el sector, pese a que solo un 3,5% de los madrileños considera las viviendas de alquiler vacacional como un problema de la ciudad, según la Encuesta de Calidad de Vida y Satisfacción con los Servicios Públicos del Ayuntamiento de Madrid de 2019.
La tecnología y la digitalización han irrumpido en todos los sectores, de una manera y otra, y nosotros en nuestras medidas también contemplamos esta revolución. La instalación de sistemas de controles de ruido y el vigilante nocturno para garantizar el descanso de todos o el acceso digital –sin llave física– al inmueble son medidas necesarias y que van en esta línea. La simple apertura de la vivienda con smartphones, cerraduras electrónicas o tarjetas genera mayor confianza tanto en los propietarios de las viviendas vacacionales como en los propios vecinos y huéspedes.
También es necesario replicar aquellas medidas que han tenido éxito en otras regiones y que su implantación será de una gran utilidad. Este es el caso de la creación de la Oficina de Servicio de Mediación y Convivencia para que los vecinos se sientan escuchados y atendidos; una medida que ya ha demostrado en otras urbes más de un 90% de eficacia para resolver los problemas más comunes.
En definitiva, el alquiler vacacional cuenta con la suficiente demanda en la actualidad como para convertirse en una palanca fundamental para resucitar al sector turístico, que ha sido, es y puede seguir siendo la joya de la corona de nuestra economía.
Hagámosla brillar con una regulación que emane de un pacto sectorial capaz de sentar un precedente para el resto de España.
Adolfo Merás es Presidente de Madrid Aloja Fuente:Cinco
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